Aprendiendo [Edward] (+18)

Las cosas estaban pasando demasiado rápido, y que eso lo dijese un ser con tanta capacidad mental como para diseccionar un minuto y ocuparlo con mil y una cosas era de lo mas preocupante. Si había algo que jamás me iba a perdonar en esta vida era haberme ido del lado de Bella, dejándola desprotegida y que por culpa de eso ahora tuviésemos que estar en esta situación, lejos de su familia y amigos porque no estábamos seguros de que pudiese permanecer junto a ellos sin asesinarlos para alimentarse. Ahora mas que nunca me había jurado a mi mismo dar muerte a Victoria por haberle echo esto a Bella. Desde que llegamos a Volterra habíamos salido lo justo, bueno al menos yo, pues ella se alimentaba dentro del castillo por lo que no tenía que salir como yo, que iba de caza a los bosques colindantes. Sabía que Bella entraría en razón y terminaría adoptando nuestra dieta, así que tenía que concentrarme en trabajar su autocontrol y procurar que se adaptase a su nueva condición.

Llegué al castillo tras mi caza en los bosques, seguía menteniendome cordial con todos aquellos vampiros a los que consideraba realmente despreciables, pero debíamos ser diplomáticos cuando estábamos bajo su techo. No me molesté en saludar a nadie, fui directamente a la habitación que teníamos asignada Bella y yo. Entré abriendo la puerta con sigilo, como era mi costumbre y cerré tras de mi al entrar. Vi a Bella asomada al ventanal, en la pared opuesta a mi, me planté a su lado y la rodee con mis brazos por su cintura, abrazándola por la espalda, al tiempo que recostaba mi barbilla en su hombro, pegando mi rostro al suyo. -Siento haber tardado tanto, mi caza se ha alargado... -me disculpé rápidamente, en apenas un susurro que sabía ahora podía oír a la perfección. -¿Como te encuentras? -pregunté con verdaderas ganas de saber como se encontraba hoy, cada día podía descubrir algo nuevo, era algo por lo que habíamos pasado todos, pero en cada persona era diferente.

Casi fui consciente de como Bella se relajaba al acercarme a ella, aunque posiblemente serían imaginaciones mías, de todos modos no podía negar que yo si estaba mucho mas relajado cuando estaba a su lado, como siempre le había dicho estar lejos de ella me ponía ansioso y de mal humor. Como era de esperar me respondió con su habitual despreocupación por si misma y ganas de no hacerme sentir a mi mal, algo a lo que estaba ya tan acostumbrado que ni me molestaba en discutirle. Hice una mueca cuando mencionó el echo de que no había salido por las malas caras que le dedicaban los miembros de la guardia de los Vulturi. -No han de intimidarte lo más mínimo Bella, si bien no quiero que te enfrentes a ninguno de ellos, tampoco has de dejar que te amedrenten, si quieres salir, sal... Estamos aquí precisamente por eso, porque te adaptarás con mas facilidad teniéndoles cerca como señal de aviso... -hablé con calma y con aquel tono que usaba siempre que me ponía diplomático y para que mentir, cuando intentaba autonconvencerme a mi mismo de mis propios argumentos.

-No puedo negarte que eso sería perfecto, pero ahora has de centrarte en adaptarte... Si algún día te cansas de los Vulturi ya sabes que puedo llevarte a la Antártida... allí no nos mirará nadie... -comenté algo divertido en pos de aligerar un poco la conversación. Aún no me había acostumbrado al echo de que el aroma de Bella fuese de la misma manera algo tremendamente dulce, delicioso y atrayente, pero que a diferencia de días pasados ya no hacía arder mi garganta con el deseo de su sangre. Era algo que no iba a echar de menos sin duda alguna. -Sigues teniendo el aroma mas dulce de todos los mortales e inmortales que hayan existido... -susurré mientras rozaba mi nariz contra la suya acortando del todo la distancia entre ambos al estrechar mi abrazo alrededor de su cintura.

Si había algo en este mundo que seguía haciendome sonreír como un completo bobo enamorado era la timidez de Bella ante mis palabras, timidez que yo consideraba infundada pues no era nada del otro mundo, pero ella siempre conseguía hacerme sentir especial. Reí levemente ante su comentario y por un instante me olvidé completamente del resto del universo. Acaricié su espalda, consciente de que ahora ambos teníamos la misma temperatura y si bien había perdido aquellos agradables escalofríos y cosquilleos que me proporcionaba el contacto con su cálida piel, al menos me agradaba el saber que ella no pasaría mas frío, aunque sin duda lo que me alegraba de sobremanera era el no tener que vigilar constantemente mi fuerza para no dañarla, ahora podía abrazarla, besarla y acariciarla sin temor alguno, algo que me permitía estar un tanto mas relajado. -Hum... ¿ah si? Confiaba en que lo dominases rápido, pero eres mas avanzada de lo que pensaba, siempre sorprendiendome... -comenté mientras sonreía orgulloso de que hubiese avanzado con su don.

Esperé expectante a ver que hacía, no sabía que me esperaba, pero sin duda alguna aquello no. Por primera vez en mi existencia había podido leer la mente de Bella, algo que casi se sobrecogió por completo. La miré perplejo durante un buen rato y finalmente la alegría se hizo dueña de mi ser. -¡Bella! Es... Es increíble ¡Es Fantástico! -dije mientras sonreía ampliamente mirándola totalmente embelesado. Eché a reír alegremente y subí ambas manos a sus mejillas sosteniendo su rostro antes de besarla presa de la emoción que me había producido oír sus pensamientos.

Sin lugar a dudas Bella conservaba aquella costumbre suya de intensificar cada uno de mis besos y mis caricias, tornando la situación siempre mas pasional de lo que yo pretendía en un instante, la única diferencia es que ahora yo también podía permitirme hacer eso, aunque no lo hacía mucho, siendo ella vampiresa o no yo seguía siendo el mismo clásico anticuado de siempre como decían por ahí. Pero hoy no, hoy estaba sobrecogido de aquella alegría en estado tan puro que hacía tiempo no lograba sentir, leer la mente de Bella me había dejado una sensación en el cuerpo que era como mínimo indescriptible. Pequé totalmente mi cuerpo al suyo, hasta tal punto que cuando me aferro de la nuca con aquella fuerza suya que no acababa de controlar todavía nos fuimos un par de pasos hacia atrás, en su dirección. Gruñí levemente, algo divertido ante la situación de que ahora fuese ella quien tirase de mi sin dificultades y ahora, contra todas mis costumbres, fui yo quien intensificó mas aquel beso, que ya rozaba lo lujurioso mientras nuestros labios se movían con fiereza contra los del otro y recorría con mi lengua cualquier recoveco alcanzable de su boca. Sin duda alguna adoraba estos besos que habíamos descubierto desde su transformación y otras muchas cosas a las que ahora teníamos alcance, pero seguía sin convencerme del todo el echo de que se hubiese convertido, aunque en momentos como este no lo demostrase mucho.

Esto si que no me lo esperaba, el ímpetu y la lujuria con que Bella actuaba no me los había venido venir, mas que nada porque esta no era la primera vez que nos dejábamos llevar desde su transformación, ni de lejos. Me esperaba un poco de nuestro habitual descontrol, pero esto iba mucho mas allá de nuestros habituales, seguramente había sido un poco culpa mía, ya que era la primera vez que yo me ponía en ese plan con ella, pero no tenía idea de que fuese a sentarle de esta manera. Lo peor de la situación es que sin duda a mi pequeña bestia interior esto le encantaba. Me quedé desconcertado por tal entusiasmo durante unos instantes, en los cuales intentaba ordenar mi cabeza para llegar a una conclusión lógica, entonces me encontré con los negros ojos de Bella que mostraban aquella chispa de deseo que me dejó las cosas muy claras en un momento.

Estaba claro que ahora a Bella le tocaba sufrir un ataque de bestia lujuriosa, un poco de máximo descontrol y fiereza metidos dentro del cuerpo de una criatura superior cuyo unico objetivo era satisfacerse, y no bebiendo sangre precisamente. -Esto... Esto es la razón por la que no podíamos dejarnos llevar, siendo tu humana... -dije mientras bajaba mi vista a su mano que se había deslizado bajo mi camisa. Si en alguna circustancia de nuestra relación había tenido un momento para mandar mi autoncontrol de paseo y dejarme dominar por mi naturaleza, era este. Deslicé mis manos bajando hasta sus piernas y remangué su vestido cogiendola de los muslos para cargarla en brazos, mientras tanto nos estábamos devorando la bosa el uno al otro, porque simplemente no había otra forma de describirlo.

Nunca en mi vida me había planteado como sería dejarme llevar por completo, mas que nada porque si lo hacía era sabotearme a mi mismo y mi autocontrol, pero en estos momentos mas que pensarlo lo estaba llevando a cabo sin mas. Era mucho mas sencillo aparcar mi autocontrol que el estar intentando mantenerlo en pie, sin duda menos esfuerzos y menos quebraderos de cabeza, era una sensación casi liberadora. Reí levemente cuando noté sus manos en mi cabeza revolviendo mi pelo y ahí estaban de nuevo sus labios, recorriendo mi cuello y yo a punto de volverme loco con aquella sensación. Cuando abrió mi camisa de aquella manera me la quedé mirando con una sonrisa ladina y el oscuro color de la lujuria centelleando en mis ojos negros. Simplemente ni podía ni quería contenerme mas, ni un solo segundo mas.

-Eres mi perdición... -susurré sensualmente a su oído antes de morder levemente el lóbulo de su oreja. Me dediqué a besar aquel costado de su cuello, haciéndolo con toda la dedicación del mundo, algo que antes no podía permitirme, mientras me encaminaba con ella en brazos hacia la cama. En cuanto llegamos al borde de la misma me dejé caer sobre el colchón de espaldas, al instante rodé sobre mi mismo quedando ahora ambos en el centro de la cama y yo sobre ella. Me deshice de mi camisa lanzandola a algún lugar de la habitación y me incliné de nuevo sobre ella volviendo a besar sus labios con pura lujuria. No estaba dispuesto a desaprovechar ni un solo segundo, así que mientras nos besábamos con aquel frenesí recién descubierto me desabroché el pantalón pasando inmediatamente a centrar mis manos en ella y su ropa, la cual no iba a durar mucho. Para mi frustración el cierre de su vestido estaba a su espalda y yo no tenía paciencia para ponerme a buscarlo, así que opté por la opción mas rápida y eficaz. No me lo pensé ni un instante antes de rasgar su vestido, sin mucha dificultad, y tirar de él para dejarla solo con su lencería. Alcé mi rostro para mirarla y le dediqué una sonrisita perversa antes de gruñirle juguetón.

Esto del descontrol empezaba a gustarme de sobremanera, sobretodo cuando me encontraba con aquella mirada lujuriosa de Bella que solo hacía que confirmarme que no era el único al que le gustaba esta nueva faceta de nuestra relación. Podía jurar que estaba ardiendo por dentro, a pesar de seguir tan frío como siempre, pero esto de al fin poder dar rienda suelta a mi pasión junto a Bella era algo que todavía me superaba de una forma impresionante. La ayudé en su tarea de deshacerse de mis pantalones, acabando ambos solo en ropa interior, algo que estaba seguro no duraría mucho, al menos no si yo seguía llevando las riendas de esto. Su nueva fuerza hacía que cada caricia y en este caso, cada leve mordisco, que me daba los sintiese ahora en todo su esplendor, como nunca antes. Suspiré sobre sus labios mientras ella seguía rozándolos contra los míos y mordiéndolos ocasionalmente, algo que me estaba enloqueciendo por segundos.

Deslicé mis labios, apartándolos de los suyos y bajé por su mandíbula hacia su cuello. Aspiré su aroma profundamente y me relamí los labios mientras le dedicaba una mirada ardiente e intensa, sin apartar mis labios de su cuello. Me vi presa de otro de mis arrebatos, causados por la falta absoluta de mi autocontrol y hundí mis colmillos en su cuello, ahogando un gemido mientras resoplaba presa de un absoluto frenesí cuando sentí el dulce y tan ansiado sabor de su sangre, que aún estando enmascarada por la ponzoña a causa de su nueva condición como vampiresa, seguía siendo lo mejor que había catado en toda mi existencia. Ya ni era consciente de la cantidad de veces que había planeado algo como esto el día en que la vi por primera vez, un plan que quedó en el olvido con el paso de los días. En estos instantes no tenía la menor idea de que imagen estaría dándole a Bella en este momento, pero debía de ser consciente de muchas cosas de mi naturaleza que siendo humana no le había mostrado ni de lejos. Lamí lo que quedaba de aquella pequeña herida mientras suspiraba y pasé a besar toda la extensión de su cuello una y otra vez, pasando finalmente por su garganta hasta llegar de nuevo a sus labios y de nuevo empecé a besarla con aquella desesperante lujuria que jamás creí poder sentir.

Aquel gemido que se escapó de entre sus labios y la forma en que pronunció mi nombre terminaron por encenderme del todo, si es que no lo estaba ya, a parte de dejarme claro que si bien mi lado salvaje estaba siendo recién descubierto, a ella no le estaba resultando molesto ni violento en absoluto, todo lo contrario, así que me permití seguir así y actuar a mi antojo. Recorrí cada recoveco accesible de su boca con mi lengua mientras nos besábamos como si nos fuese la vida en ello, aunque mas bien lo que estaba en juego era mi cordura, porque me iba a volver loco de un momento a otro como no saciase aquellos deseos internos que ahora mostraba mas que nunca en toda mi existencia. Alcé una ceja, dejando de devorarnos la boca por un instante, cuando sentí sus manos tomar firmemente mi trasero y la vi sonriendo con aquella picardía que instantáneamente se vio reflejada en una de mis sonrisas ladinas, ahora cargada de aquella perversidad del momento.

-Ahora dime que no ha valido la pena esperar... -susurré en un tono tan sensual y provocador que hasta dude de que hubiese sido yo quien hablaba, mientras rozaba mis labios contra su oído en otro gesto perverso mientras reía levemente. Tomé aire profundamente, mentalizandome para controlar un poco aquella violenta y tan placentera sensación, ya que no pretendía ser rudo con ella, ni en un momento como este dejándonos llevar por la pasión ni en el mas sereno y sensato de mis momentos. Así conseguí sosegarme mínimamente, consciente de que ya no había marcha atrás, acaricié sus costados con mis manos de una forma intensa pero delicada y alcé levemente su cuerpo posando mi mano bajo su espalda, para deshacerme de su lencería en un gesto casi imperceptible. Bajé mis labios recorriendo de nuevo su cuello y bajé hasta su clavícula, rozando su piel con delicadeza, seguí deslizando mis labios ahora besando cada milímetro de su sedosa piel, haciéndolo con cariño y suma dedicación. Continué aquel camino de besos pasando entre sus pechos y yendo hasta su cintura, para luego volver a subir de la misma forma y terminar besando su garganta mientras suspiraba. Entretanto mis manos no estuvieron quietas, sino que recorrían sus costados una y otra vez, en cuanto detuve mis besos deslicé mis manos hasta su cintura, quitándole con delicadeza la que era su ultima prenda de ropa.