Distracciones ( Jacob )

Estaba completamente tirado en la cama, con los pies saliendo por la parte de atrás del colchón y abrazado a la almohada con fuerza mientras aún estaba en el séptimo sueño cuando un sonido me dijo que no estaba solo en la habitación. Me volteé para mirar hacia la puerta con un ojo abierto y el otro no, me froté un par de veces y hablé con la voz ronca por el sueño.

-¿Sí? - Pregunté intentando saber quien era, ¿quién crees que es, Jacob? - Me regañé a mi mismo por tanta idiotez; desde mi imprimación estaba más tonto que núnca. Mi padre enfurruñado me soltó uno de sus monólogos matutinos y, para no tragarme el resto, me erguí de un salto y fui hasta la puerta no sin antes decirle el típico “Vale, papá. Ya salgo, más tarde vuelvo”.

Pasándome una mano por el pelo y con tan sólo unos cortos jeans que me llegaban hasta las rodillas, caminé distraido dejando que mi instinto me llevara hacia cualquier lugar de La Push: tenía sueño, estaba cabreado con el mundo, y encima enamorado hasta las trancas. Caminé por la arena arrastrando los pies, pero con la mente más despejada y, después de bostezar, me encontré con una chica -que no conocía- con la cual pronto me cruzaría por el camino. Vaya, últimamente teníamos muchas visitas... Al menos, esta vez se trataba de una chica normal y corriente, en el buen sentido de la palabra. Un gran alivio, tenía que admitirlo.

Cuando nuestros caminos se cruzaron, me detuve prácticamente con una sonrisa arraigada en el rostro, mostrando una perfecta hilera de brillantes dientes blancos. - Hey. Eres nueva, ¿verdad? - Pregunté simplemente para romper el hielo. Alargué la mano en cuestión de segundos. – Soy Jacob Black, vivo por aquí. ¿Tú eres...?

La voz de la chica se hizo presente tras unos segundos y yo me dediqué a examinarla. Tenía que admitir que tenía una belleza muy cautivante. Era poseedora de unos ojos preciosos, de aquellos que te dejan totalmente embelesado si te quedas mirándolos por mucho tiempo. Le di un suave apretón -lo que mis enormes manazas me permitiesen- en cuanto ella aceptó a estrechar mi mano y, me atrevería a decir, que incluso ensanché la sonrisa que seguía adherida en mi rostro cuando se presentó con el nombre de Erika. Me encantaba aquella simpatía que radiaba su persona.

Erika... Seguramente mis amigos me empujarían hacia ella para acortar las distancias obligándome a contarle alguna cosa estúpida sobre mi vida en La Push. En cierto modo, era divertido haberme encontrado con ella. Hacía tiempo que no se pasaba un rostro nuevo por aquí, y esto sin duda sería la noticia del día. Reprimí una carcajada al imaginarme la cara de mis amigos si en algún momento llegara a presentarla. Esperaba que así fuese pues parecía buena chica.

—Vaya, así que eres de Forks y dejaste La Push como último lugar para visitar. —Solté su mano segundos después, sin quitar la sonrisa. Tampoco era plan que se diese cuenta de mi alta temperatura corporal, aunque era probable que ya se fuese cerciorado de ello. —Mm, creo que por ese motivo no nos llevaremos muy bien... —Bromeé soltando una de mis tantas risas contagiosas. Y, ¿qué hacía una chica como ella en un lugar como este con nubarrones perpetuos durante todas las estaciones del año? Por su blanquínea tez me era difícil pensar que vivía en un lugar soleado. Pero tenía la pinta de ser una chica de cuidad. De todas formas, ya se lo preguntaría cuando se diese el caso. La muchacha prosiguió rápidamente cuya pregunta me captó mi atención. La miré con interés. —Lo soy. —Respondí con orgullo. —Vaya, ¿así que los Quileutes despiertan tu curiosidad? —Pregunté llevándome las manos en los bolsillos ladeando la sonrisa. Hacía tiempo que nadie mostraba un interés como el que ella parecía tener hacia nosotros.